Para hablar de sostenibilidad en arquitectura debemos tener en cuenta que esto afecta tanto a las personas, como a la economía y al medioambiente.
ECONOMÍA CIRCULAR Y ECONOMÍA VERDE
La economía circular tiene en cuenta el ciclo de los recursos y se basa en la reutilización, la reparación, la remanufacturación y el reciclaje de los materiales y productos, ante el uso de materias primas vírgenes.
La economía verde mejora el bienestar humano y la equidad social, reduce los riesgos medioambientales y es eficiente en el uso de los recursos. Integra la dimensión social y la conservación de los ecosistemas.
Para actuar de manera sostenible, el impacto del ser humanos sobre los sistemas naturales no debe superar la capacidad de carga de la naturaleza; el aprovechamiento de los recursos renovables no debe superar su velocidad de regeneración. Por otra parte, el aprovechamiento de los recursos no renovables debe ser compensado por la producción de recursos renovables que a lo largo deberán sustituirse. Además, la emisión en el medioambiente no debe superar la capacidad de absorción de los receptores.
Debemos tener en cuenta el ciclo de vida de los materiales. Esto lo estudia el ACV, su impacto desde su producción hasta su desmantelamiento; necesitamos conocer el consumo energético y la contaminación al medio de los procesos necesarios pasa que se puedan utilizar. Además, debemos conocer la huella ecológica de nuestro proyecto, en el cual se evalúa la cantidad de territorio necesario para generar los recursos biológicos consumidos y absorber los residuos que una determinada actividad necesita y produce.
Las tres R son muy conocidas dentro de la sostenibilidad: Reducir, Reutilizar, Reciclar...
Los seres humanos pasamos la mayoría del tiempo en espacios cerrados, y es por ello que existen distintas relaciones entre la biología humana y el entorno.
Está demostrado que el entorno influye sobre nuestra mente: la proporción de los locales, la relación entre altura, ancho y largo de las estancias, el color de las superficies... De hecho, existe un término para definir el conjunto de síntomas (reacciones cutáneas, cefaleas, nauseas, irritaciones oculares, vértigo..) que producen algunos edificios: Síndrome del Edificio Enfermo.
SEE engloba las afecciones de salud que padecen entre un 20-30% de las personas que ocupan un edificio, derivadas de agentes o fuentes intrínsecas al mismo edificio. Algunos de los factores son: biológicos(bacterias, hongos, ácaros...), químicos (monóxido y dióxido de carbono, polvo...), físicos ( confort térmico, iluminación, ruido...) o psicológicos( organización, relaciones...)
Otro punto a destacar es el CLIMA. Las condiciones atmosféricas producen en el ser humano distintas reacciones, pues es una máquina térmica que transforma energía química en energía mecánica, con gran dispersión de calor debido al metabolismo. Por lo que cuanto menos le cueste al organismo mantener su temperatura interna entre los 36.5º y 37.0º más a gusto nos sentiremos. Los principales elementos que influyen en nosotros son: la temperatura del aire, la radiación, el movimiento del aire, la humedad...
La temperatura, el soleamiento, los vientos predominantes, las precipitaciones, la nieve y la humedad relativa y presión de vapor son las condiciones del entorno que hay que tener en cuenta para saber su interacción con el edificio.
El desarrollo industrial ha provocado tanto problemas ambientales como pérdida de las destrezas, capacidades y know-how desarrolladas a lo largo del tiempo. Por esto se busca una ARQUITECTURA SOSTENIBLE.
Por una parte encontramos la Bioarquitectura, donde se busca minimizar los impactos negativos de las construcciones en la salud y el medio ambiente. Se basa en edificios que consumen poca energía, con espacios funcionales y flexibles, usando materiales no nocivos y reciclables, respetando el territorio y su identidad.
Se presta atención al aislamiento e inercia térmica, instalaciones pasivas, ahorro y recuperación de agua, materiales sanos, control acústico y del soleamiento, iluminación y ventilación naturales.
Por otra parte, la Arquitectura Bioclimática representa un método de trabajo en el que mediante unos estudios preliminares de las condiciones del emplazamiento, se dirige el proyecto para conseguir objetivos de sostenibilidad y bioarquitectura.
Una manera de controlar el microclima durante las diferentes estaciones es con sistemas activos, también se puede obtener mediante medidas pasivas y sostenibles como: Obstaculizar la irradiación solar directa por las ventanas; orientación adecuada del edificio; favorecer la ventilación natural ; utilización de acabados claros para favorecer la máxima reflexión...
Por último pero no menos importante, debemos hablar de los materiales que intervienen en nuestras construcciones. Los materiales tradicionales utilizados en la arquitectura tradicional garantizan condiciones de mayor salubridad y bienestar que los materiales sintéticos.
Llegados a este punto y habiendo visto las distintas formas de llevar a cabo una arquitectura que no nos dañe ni a nosotros ni al medio que nos rodea llegamos a la conclusión de la importancia de tener estos puntos en cuenta. Sin embargo, muchas veces, la apariencia sostenible no es nada más que una capa superficial que no es garantía de una esencia bio. Se recurre la mayoría de veces al biomorfismo, o a la utilización de materiales "naturales" de manera decorativa.
Por otro lado, lo "reciclado" se ha convertido en una palabra mágica para referirse a arquitectura sostenible, pero , antes de reciclar hay que tener en cuenta otras opciones más sostenibles como la reparación, la rehabilitación, la recuperación...